el 4 de octubre en Madrid

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La máquina de proyectar sueños

domingo, 13 de junio de 2010

Heinze. el rubio x la rubia




Madurez, frescura y experiencia
Por Sonia Budassi

Gabriel Heinze no es de los niños casi adolescentes de la Selección, esos púberes tardíos llenos de hormonas estandarizadas por la edad. Preciosa mezcla de madurez, frescura y una experiencia que no lo pone del lado del que "está de vuelta", sino de una entusiasmada seguridad, cumplió, ariano, perfectos 32 años en abril.

Su primer nombre, Gabriel, es nombre de Arcángel, y de uno protagónico, importantísimo en términos cristianos. Pero el segundo es Iván, de raíces rusas e inevitable asociación directa al sádico zar, apodado "El terrible". Esa combinación es su oxímoron: en su nombre ya se leen las grietas de una provocativa perversión.

Lo busco en Facebook y descubro el grupo "para que Gabriel Heinze no esté en la Selección". Pero se sabe que el desaire es hijo de la envidia. Una boca generosamente delimitada, contundente, compite con el resto de sus rasgos en el que cada elemento tiene un peso fuerte: los pómulos pronunciados, las cejas tupidas, los ojos –repito los ojos– cristalinos, hipnóticos, luminosos, atrapantes. No es una armonía dócil.

Una amiga dice que los rubios no le gustan porque son insulsos. Que no le transmiten nada. Estoy segura de que nunca vio a Gabriel y sí a esos metrosexuales andróginos sin sangre tipo Beckham. La belleza de Heinze es demasiado viril. Quizá por eso molesta a los hombres. Hay otro dato relevante en la biografía del rubio: es entrerriano. De un pueblo llamado Crespo. Es imposible, entonces, resistirse a la fantasía del gringo rústico de campo. Sus mechones dorados, a veces en cortes urbanos, de conductor de transporte público, incitan otra vez un cruce que estalla en el desborde, cuando lo ves gritando, porque grita, patea, pelea feroz, en todos los partidos. Es un arcángel guerrero en la cancha y, siempre, un mix perfecto del estereotipo proletario, menos urbano que rural. El colectivero esmerado y el paisano hijo de inmigrante. La última vez que lo vi usaba jeans anchos, como pinzados: bombachas de campo urbanizadas. Gabriel Iván es el tractorista que habría aprobado el casting de aquel videoclip, Crazy, de Aerosmith. El que, transpirado, se acerca con esa mirada brava y dulce a la vez, y te lleva hasta el galpón para mostrarte la lana grasosa de las ovejas que acaba de esquilar. El que, galán macho, rústico adiestrado, te ofrece un mate gentil, y te ayuda, dándote la mano de un brazo fuerte, hipermusculoso, a subir a la cosechadora. El que, después, muestra ese otro costado, salvaje, sin tantos modales, que emerge cuando quiere pegar y grita como un puma, caliente, en un partido, aunque, ahora, en la película, sus gestos son sólo para vos y manifiestan la precisa actuación de una perversa caballerosidad.


5 comentarios:

_ dijo...

Para vos el mundial ni fu ni fa.

:)

Anónimo dijo...

Perdón por el offtopic y también por la pregunta, que a lo mejor ya viene aclarada en algún sitio... ¿Los Confesionarios se pueden ver de algún modo en youtube o similares?
Madrid

cecisz dijo...

los confesionarios "en vivo" los empezamos a grabar. así que espero subir, aunque sea algunos tramosl al bolg y a you tube. prontico!

Anónimo dijo...

Vale, iré pasando por aquí para ver si ya hay algo...
En cuanto a la descripción de Heinze... la firmo...;-)

Madrid

Anónimo dijo...

HOLA MUY BUEENO LO QUE ESCRIBISTE ES TAL CUAL, MUCHA IMAGINACION TENES! LO UNICO QUE AVECES ME DA IMPOTENCIA NO PODER ESTABLECER NINGUN TIPO DE CONTACTO CON ESTE PERSONAJE NII FACEBOOK NI TWITTER. QUE SE SABE DE SU VIDA PERSONAL? HABRA ALGUNA FORMA DE HACERLE LLEGAR LOS HALAGOS?