Bajo el volcán
"Cenizas quedan"
por Pola Oloixarac para Viva Clarín
Tomábamos té galés en una coqueta hostería camino al Llao Llao (Equs), cuando el cielo adquirió el aspecto de esas frases bíblicas reservadas para cuando se descorre el telón de lo divino: el día se volvió noche, y una columna de fuego se alzó. Los gentiles ancianos que nos atendían prendieron la tele: el volcán Puyehue había entrado en actividad, y compartía con la Patagonia su cálido mundo interior. Salimos a investigar; en 15 segundos, mi campera negra quedó blanca bajo la nieve bizarra, y un aromita sulfuroso nos trepaba las narinas. Al menos estábamos en tierra. El plan del sábado era subir al cerro Frey a patinar en la laguna Tonchek, o leer junto a una taza de chocolate caliente en la confitería que está en la cumbre del Campanario, encaramada sobre el espléndido sistema lacustre. De lo segundo nos salvó el escuadrón de jubilados parlanchines que no querían perder su lugar en la aerosilla; se agolpaban, sin saberlo, a contemplar la ira desatada del Puyehue desde un lugar de privilegio.
por Pola Oloixarac para Viva Clarín
Tomábamos té galés en una coqueta hostería camino al Llao Llao (Equs), cuando el cielo adquirió el aspecto de esas frases bíblicas reservadas para cuando se descorre el telón de lo divino: el día se volvió noche, y una columna de fuego se alzó. Los gentiles ancianos que nos atendían prendieron la tele: el volcán Puyehue había entrado en actividad, y compartía con la Patagonia su cálido mundo interior. Salimos a investigar; en 15 segundos, mi campera negra quedó blanca bajo la nieve bizarra, y un aromita sulfuroso nos trepaba las narinas. Al menos estábamos en tierra. El plan del sábado era subir al cerro Frey a patinar en la laguna Tonchek, o leer junto a una taza de chocolate caliente en la confitería que está en la cumbre del Campanario, encaramada sobre el espléndido sistema lacustre. De lo segundo nos salvó el escuadrón de jubilados parlanchines que no querían perder su lugar en la aerosilla; se agolpaban, sin saberlo, a contemplar la ira desatada del Puyehue desde un lugar de privilegio.
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