Hay algo siempre incómodo o desubicado en relación al festival de cine independiente funcionando en medio de un shopping. Esa tensión, entre acomodadores acostumbrados a un publico que viene y se va, en vez de esa gente que acampa para ver 5 películas en un día (iba a seguir con la lista, pero me esperan para ir a comer). O sea, empleados sobreexplotados y malpagos como acostumbran casi todas las multinacionales en todo el planeta, que miran a los que ociosamente pasan horas viendo películas independientes y lo que esto quiera decir.
Lo que quiero decir es que si uno se compra un café en Starbucks, pensado, diseñado y hecho para llevar, la resistencia de los materiales del vasito, el cartón corrugado para que sea más cómodo, la tapita, el soberte o pajita, los azúcares y palitos para revolver...todo hecho para seguir de largo y tomárselo en una clase, en el subte y...en el cine!!! (obvio, si está pegado a la escalera de ascenso a las salas)
El buen cosumidor de Starbucks , que además es cool, se ve limitado, censurado y reprimido por la siniestra organización Hoyts, (
en otra ocasión ya les hablé de Místery)que impulsa a sus vendedores de café a insistirte como niños mendigos, y prohíbe que uno entre con café adquirido en otro negocio. Inclusive el mismo Starbucks que es contenido por el mismo shopping. Guerra de negocios, guerra de pandillas...en fín, nada muy distinto a la pelea Kirchner-Clarín (me fui al carajo)
Esa guerra de pandillas S vs H tuvo escenas de dramatismo...la escalada de violencia preocupa! (será aclarado en otro momento)
en fín, lo que me gusta del blog...pensar y escribir...